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Un expediente disciplinario



Esta mañana he recibido en mi domicilio una carta certificada y firmada por el actual Secretario de Organización de la Agrupación Local de Badajoz, Víctor M. Martín Benítez, en la que se me comunica que la Ejecutiva Local ha decidido incoar expediente disciplinario contra mi persona. Alegan a su favor que, Estatutos en mano, he incurrido en las siguientes faltas de disciplina:

- faltar a mis "obligaciones como militante";
- manifestar públicamente "expresiones irresponsables con deslealtad hacia nuestro partido y desprecio hacia sus militantes";
- formar parte de "tendencias organizadas" en contra de las resoluciones del partido;
- fomentar "corrientes de opinión" fuera del ámbito Federal;
- ofender a afiliados con el fin de menoscabar su prestigio y su imagen pública;
- hacer públicos opiniones e ideas opuestas a la línea política del partido;
- menoscabar la imagen de cargos públicos o instituciones socialistas.

Os adjunto una copia de esta carta, siguiendo mi honesta convicción de que el PSOE debe ser una casa abierta al diálogo, más allá de las fronteras de nuestras sedes. Esta necesidad de apertura y debate se hace aún más apremiante a la luz de la situación que atraviesa el partido; cada día perdemos más crédito de la ciudadanía y nuestra fortaleza como un partido, creado por y para esa ciudadanía, se ve debilitada por la forma adoptada por algunas agrupaciones y órganos del partido a la hora de gestionar la vida interna del mismo. La actividad crítica del militante no acaba en los Congresos estatutarios, no hay un borrón y cuenta nueva; y menos aún si la organización del partido no posee suficiente credibilidad por parte de muchos militantes. 

Cualquier militante del PSOE tiene el derecho -establecido en la Constitución, más allá de cualquier Estatuto de partidos políticos o cualquier otra organización ciudadana- de ejercer su libertad de expresión y opinión, siempre que ésta esté fundada en argumentos y no en insultos y descalificaciones. Si el PSOE rompe esta fina frontera moral, corre el riesgo de caer en el despotismo, configurando un modelo de partido verticalista, en el que la toma de decisiones se articula estrictamente desde arriba, y en el que los órganos competentes velan por la doctrina de su iglesia, segando las opiniones disidentes. Estoy convencido de que ningún militante de la Agrupación Local de Badajoz y, por extensión, del resto de Extremadura, desea formar parte de un partido que practique este tipo de represiones. 

Respecto a las acusaciones que esgrime la Ejecutiva Local, he de aclarar a mi perplejo lector que responden, más allá de la lista de faltas que declaran, a una preocupación subyacente por parte de Celestino Vegas y que directamente tiene su naturaleza y sentido en la explícita y mayoritaria oposición que los militantes manifestaron recientemente en el proceso de elección de Secretario General de la Agrupación. Pese a que Celestino Vegas obtuvo suficientes votos como para revalidar su cargo, más de la mitad de la militancia dejó claro su rechazo a que Celestino siguiera siendo nuestro Secretario General. Es más, aquellos que no votaron a favor de Celestino forman parte de la militancia que apoya una reforma profunda dentro de la Agrupación, basada fundamentalmente en la recuperación del tejido social, dentro y fuera del partido. Esta situación pone a Celestino Vegas en una clara debilidad política frente a su Agrupación, sobre todo de cara a su potencial candidatura como alcalde de Badajoz. 

Es de esperar que Celestino no será el único socialista que se presentará a la alcaldía de Badajoz. ¿Cómo puede pensar un Secretario que tendrá credibilidad de cara a su candidatura como alcalde, si carece del apoyo mayoritario de su militancia? La alternancia está servida, y este escenario es evidente que incomoda a Celestino, quien pensaba, una vez elegido Secretario, que tendría el camino allanado hacia el Ayuntamiento. No es así y el tiempo lo dirá. Mientras tanto, cualquier voz discordante que pueda provocar reflexión dentro de la Agrupación no es bienvenida para la actual Ejecutiva Local. Por esta razón, la recepción de esta carta hay que analizarla en un contexto mucho más amplio. No en vano, cuando hablé por teléfono con el Secretario de Organización, Víctor M. Martín Benítez, dejó clara su opinión de que mis declaraciones públicas no respondían a ideas personales, sino que habían sido fabuladas por grupos internos del partido que desean desacreditar la Secretaría de Celestino.

Aún así, cabe hacer un análisis de las faltas que se me imputan, excluyendo una lectura política de las mismas. En primer lugar, se alega que he faltado a mis "obligaciones como militante", una apreciación que me recuerda a mi época escolar o a las normas internas de una confesión religiosa. Llevo poco más de un año como militante del PSOE y quienes me conocen, pueden confirmar que mi vida política ha sido a lo largo de este periodo bastante intensa; de hecho, ha sido tan intensa que hasta los órganos local y provincial se preocupan por mi salud política. Si hubiera sido un militante indolente y pasivo, no creo que la Ejecutiva Local hubiera estimado oportuno incoar expediente disciplinario contra mi persona. De hecho, es precisamente el rol de militante pasivo -que que asiste a fiestas de guardar- el que mayor aprecio tiene entre nuestros órganos de dirección.

Manifestar públicamente "expresiones irresponsables con deslealtad hacia nuestro partido y desprecio hacia sus militantes". El lenguaje político es tan obtuso y metafórico como el religioso. Irresponsabilidad, deslealtad y desprecio. En estos tres conceptos se puede resumir la frase. Cuando entré en el PSOE lo hice con la firme convicción de aportar mis talentos al servicio no de unas personas, sino de ideas colectivas y proyectos comunes, dialogados y consensuados, no teledirigidos. Irresponsable es aquel que no se compromete activamente con sus ideas. Creo que si de algo he pecado es de exceso de celo, no de falta de responsabilidad. Desde que soy militante, me he comprometido con el partido, apoyando con ilusión y esfuerzo contrastable una reforma seria de nuestra Agrupación, única vía a mi juicio de ofrecer a largo plazo un proyecto de futuro a la ciudadanía de Badajoz.

Respecto a la deslealtad, estoy convencido de que debiera ser un concepto moral ausente en nuestros Estatutos. Obedece más a sentimientos que comprometen a personas de ideas y objetivos similares, pero en un plano subjetivo que es imposible de evaluar empíricamente. Por esta razón, es usado a menudo por aquellos corpúsculos internos del partido que quieren que todos se arrimen a su hoguera. Decir que un militante es desleal es una entelequia infantil. A estas alturas ya debería estar fuera de nuestro diccionario.

Desprecio son palabras mayores. Despreciamos cuando no valoramos positivamente el trabajo de alguien, o desdeñamos su persona, evitando su presencia y sus palabras, provocando en ella un sentimiento de rechazo y falta de autoestima. El desprecio es un acto que solo puede operar sobre individuos, nunca sobre grupos u organizaciones. En este sentido, me acuso a mí mismo no de haber despreciado la labor de Celestino Vegas al frente de la Agrupación de Badajoz, sino de haber puesto sobre la mesa sus claras deficiencias y las consecuencias negativas que esta gestión provoca y sigue provocando en contra de los intereses del partido. De esto sí que soy culpable, y lo seguiré siendo. No tengo ninguna relación personal con Celestino Vegas; apenas hemos cruzado una sonrisa y algunos monosílabos. Difícilmente en ello ha podido existir algo más que indiferencia.

Formar parte de "tendencias organizadas" en contra de las resoluciones del partido. Este punto cojea de estalinismo. En año y medio, un militante de reciente incorporación se adhiere, supuestamente, a fuerzas subversivas que pretenden desestabilizar la ideología impuesta desde órganos superiores. Valiente necedad. En primer lugar, mis acusadores tendrían a priori que demostrar que realmente existen "tendencias organizadas" dentro de la Agrupación, sospecha del todo paranoica, que no hace sino desacreditar y poner en entredicho la cordura política de quienes defienden este despropósito. Supongo que la actual Ejecutiva Local con tendencia organizada se refiere a los militantes que no votaron a Celestino como Secretario. ¿Cómo se supone que un grupo de militantes puede formar una alternativa a una candidatura si no se organiza y provoca la reflexión dentro de su Agrupación? Además, es totalmente lícito y respetuoso con el orden estatutario apoyar en todo lo posible a una Ejecutiva Local, pero disentir sobre su proyecto político de cara a la alcaldía. 


Fomentar "corrientes de opinión" fuera del ámbito Federal. Esta acusación sigue la linde de la anterior. Se puede extraer de ella la intuición -muy extendida entre la militancia- de que el PSOE está convirtiéndose en un búnker armado, tanto ideológica como orgánicamente, en el que la voz del militante suena a ruido de fondo o peligrosa disrupción. Las promesas de mayor participación interna y cambios sustanciales en la toma de decisiones que fomenten una comunicación bicondicional entre los órganos del partido y los militantes, y viceversa, chocan frontalmente con esta concepción verticalista de la lealtad política y atentan con el espíritu primigenio del PSOE como un partido del pueblo. 


El artículo 40f del Reglamento de afiliados y afiliadas considera falta grave «hacer públicos, por cualquier medio de difusión, opiniones, ideas o comentarios opuestos a la línea política del partido». Este artículo posee un carácter explícitamente totalitario. Es más, si algunos representantes socialistas de notable prestigio social tuvieran que pasar esta prueba, de seguro no superarían su cumplimiento. Ningún militante ha recibido de su partido un documento en el que se le detalle de qué puede o no hablar, o cuál es la línea política de su partido. No existen criterios sobre los que contrastar si algún militante ha seguido o no el catecismo impuesto por el órgano federal. Aún así, si un militante dispusiera de esa información, es totalmente coherente con nuestros valores socialistas expresar libremente, respetando las leyes y principios constitucionales, nuestras opiniones e ideas sobre cualquier asunto político, estemos o no a favor de la línea marcada por Madrid.


Las acusaciones que la actual Ejecutiva Local de Badajoz han vertido sobre mi persona no solo son rebatibles en cualquier debate público a través de argumentos racionales y morales, sino que además de esto caminan en una dirección contraria a las promesas que la propia dirección del partido publicó a los cuatro vientos durante los procesos congresuales. Es la propia Ejecutiva Local quien debilita al partido con esta actitud. En democracia, un gobierno tiene que estar sometido constantemente al escrutinio público de los ciudadanos, no solo a través del voto cuadrienal. Igualmente, es la militancia quien representa el capital social del partido. Los órganos de dirección solo son expresión de la pluralidad de la militancia, siempre viva y en constante renovación. Un militante no es un mero instrumento electoral; es la base misma y la razón de ser del PSOE. Los votos en Asamblea o en los Congresos no aseguran la fortaleza de nuestra democracia; son tan solo una expresión más de nuestras convicciones políticas. La verdadera riqueza del partido se expresa con mayor determinación y relevancia en el papel activo de su militancia en la vida interna en cada sede. Para ello, es necesario reconocer en cada militante a un ser racional y libre, en igualdad de derechos y oportunidades.

Os pido a todas y todos los militantes que estéis leyendo este artículo y empaticéis con mis palabras, que lo difundáis y mandéis una carta de repulsa a la decisión de la Agrupación Local de Badajoz (psoeba@gmail.com), exigiendo que no se incoen expedientes disciplinarios a ningún militante por razones de opinión. Las Ejecutivas locales deben oír a la militancia, saber que no siempre están de acuerdo con sus acciones y la forma de gestionar la sede. No basta con esperar a que convoquen asambleas para tener voz y parte en la marcha de nuestro partido.

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